Tinta fresca
Rodrigo Soto G
Cuando te dicen que si comprás esto, consumís aquello o te vestís así, sos más atractivo/a, más importante o mejor que los demás... Nada que ver. No les creás cuando te dicen que solo si vas a determinados lugares o hacés determinadas cosas merecés la aprobación, el cariño o la admiración de la gente. Nada que ver. No les creás cuando te dicen que la música verdaderamente buena es la que ellos dicen porque es la que se vende más (¡o la que menos se vende!), o porque es la que oyen "los que saben".
No le creás a los maniquíes perfectos que lucen la ropa en combinaciones perfectas como nunca se te verán a vos. No le creás a los anuncios de televisión donde todo el mundo sonríe siempre y vive en casas amplias, luminosas y decentes. No le creás a las películas donde los buenos ganan siempre, porque en la realidad muchas veces ganan los malos y están ahí y siguen como si tal cosa.
No le creás a los telenoticieros donde la guerra se parece a los juegos de Nintendo, porque las guerras son la cosa más espantosa del mundo y, como dijo el filósofo Platón, "las guerras solo se terminan para los muertos", pues los sobrevivientes las siguen sufriendo el resto de su vida. No le creás a los libros de historia en los que los presidentes construyen edificios y carreteras, pues yo nunca he visto a un presidente con una pala en la mano, excepto para poner la primera piedra de algo que por lo general queda sin terminar, o para tomarse una foto para los periódicos...
No les creás a los que dicen que la verdad de ellos es la única verdadera, y que todos los demás son tontos o viven engañados... No les creás a los que dicen que saben lo que ocurre después de la muerte, porque eso es terreno de la fe, y las creencias de cada uno valen tanto como las de los demás.
No les creás cuando te dicen que todos somos iguales porque tenemos los mismos derechos, pues una cosa son los libros y otra la realidad, y aunque tengamos los mismos derechos en los libros, en la realidad "hay unos más iguales que otros". Y eso es así aquí y en todo el mundo.
No les creás cuando te dicen que la gente rubia o con plata es más bonita o más inteligente o más feliz o más decente. No les creás cuando te dicen que la civilización vino de Europa, porque el mundo en el que vivimos hoy-para bien y para mal lo construyeron todos los hombres y todas las mujeres que vivieron antes que nosotros, con su trabajo y sus sueños y su esfuerzo y su lucha y a veces con su rebeldía y muchas veces con el sufrimiento y hasta con la muerte.
No les creás cuando te dicen que, si intentás algo diferente te va a ir mal en la vida, porque es una forma de meterte miedo para que renunciés a tus sueños, y hasta donde yo he visto, solo quienes corren algunos riesgos llegan a hacer lo que quieren en la vida, y esa es la mayor felicidad a la que podemos aspirar.
Y nunca -por ningún motivo-, les creás a ellos ni a mí ni a nadie más de lo que crees en vos mismo/a, pues cada uno de nosotros es único y tiene un camino, y nadie puede vivir por vos ni hacer lo que vos vas a hacer en este mundo: tu vida es única y no va a repetirse jamás, de modo que tenés que vivirla intensamente, a plenitud, y disfrutarla y aprender todo lo que podás mientras estás aquí. Y compartirlo. ¡Compartirlo con todos los que encontrés en el camino! ■
Citar como:
Rodrigo Soto. «No les creás» Revista dominical, La Nación. 2 de noviembre de 2003.